Crítica: Gran Torino
¿Testamento?
Han dicho quienes saben (o quienes afirman saber) que esta película marca el fin de Clint Eastwood, al menos al frente de la cámara. Así, "Gran Torino" pasaría a ser una especie de testamento del Eastwood actor, sus últimas palabras, su última voluntad expresada en celuloide.
No es difícil atribuirle a GT esa función. Se trata de una película que se encuentra dentro de lo mejor del actor/director, en cualquiera de esos dos roles.
Por una parte, el personaje de Walt Kowalski tiene algo de amalgama de otros personajes anteriores de Clint, quien carga sobre sus hombros el peso del relato. Hay un poco de Harry el sucio, y algo del hombre sin nombre de la trilogía de Leone.
Pero también hay mucho para rescatar de Eastwood director, aquí. Sabido es ya que se trata de uno de quienes con más éxito han sabido transitar ese pasaje de delante a detrás de las cámaras.
Se trata de una historia de amor de familia (no tradicionalmente entendida), de enseñanza y aprendizaje, de sacrificio, entrega y redención, contada en gestos mínimos, gruñidos, silencios, con gran habilidad.
"Gran Torino" pasa a ocupar un sitial de honor en la filmografía del director, junto con, por ejemplo, "Cartas desde Iwo Jima" y "Unforgiven". En películas tan distintas, ha logrado mostrar lo mejor de su oficio: la capacidad de crear un relato íntimo, atrapante, conmovedor, con personajes complejos que se manejan en zonas grises. Se trata sin dudas de una película poderosa, de esas que es difícil abandonar al salir de la sala.
Sin caer en simplismos ni en manipulación, se logra querer una vez más al viejo Clint, y se transforma a GT en un estupendo testamento y merecido homenaje al hombre, al mito.
Aunque, pensándolo bien, quizás quienes dicen saber se equivoquen. Quizás no sea éste el final. Ojalá quede Eastwood para rato.
[**** / *****]
.
Han dicho quienes saben (o quienes afirman saber) que esta película marca el fin de Clint Eastwood, al menos al frente de la cámara. Así, "Gran Torino" pasaría a ser una especie de testamento del Eastwood actor, sus últimas palabras, su última voluntad expresada en celuloide.
No es difícil atribuirle a GT esa función. Se trata de una película que se encuentra dentro de lo mejor del actor/director, en cualquiera de esos dos roles.
Por una parte, el personaje de Walt Kowalski tiene algo de amalgama de otros personajes anteriores de Clint, quien carga sobre sus hombros el peso del relato. Hay un poco de Harry el sucio, y algo del hombre sin nombre de la trilogía de Leone.
Pero también hay mucho para rescatar de Eastwood director, aquí. Sabido es ya que se trata de uno de quienes con más éxito han sabido transitar ese pasaje de delante a detrás de las cámaras.
Se trata de una historia de amor de familia (no tradicionalmente entendida), de enseñanza y aprendizaje, de sacrificio, entrega y redención, contada en gestos mínimos, gruñidos, silencios, con gran habilidad.
"Gran Torino" pasa a ocupar un sitial de honor en la filmografía del director, junto con, por ejemplo, "Cartas desde Iwo Jima" y "Unforgiven". En películas tan distintas, ha logrado mostrar lo mejor de su oficio: la capacidad de crear un relato íntimo, atrapante, conmovedor, con personajes complejos que se manejan en zonas grises. Se trata sin dudas de una película poderosa, de esas que es difícil abandonar al salir de la sala.
Sin caer en simplismos ni en manipulación, se logra querer una vez más al viejo Clint, y se transforma a GT en un estupendo testamento y merecido homenaje al hombre, al mito.
Aunque, pensándolo bien, quizás quienes dicen saber se equivoquen. Quizás no sea éste el final. Ojalá quede Eastwood para rato.
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Comentarios
Muy buena tu visión del "testamento" en celuloide; perfectamente este personaje podría ser Harry el Sucio en su vejez... salvo porque tenía dos hijos.
¿No sacaste el pañuelo al final?
Abrazo.
Saludos!
Andrea: cuando Clint es bueno, es muy bueno. Ojalá se quede un rato más.
Joker23: sí, fue en parte la insistencia de uds. la que me llevó a hacer esta crítica.
5/5? Y... para poder entrar en esa categoría, una película tiene que ser fuera de la norma, enorme, atemporal. Hay pocas, quizás algún día diga cuáles son las mías.