Crítica: Buscando a Dory

Hace agua

Existe un motivo por el cual algunos personajes son protagónicos y otros son secundarios. Entender por qué unos funcionan en un modo y otros no, es poder apreciar las necesidades de la historia y la relación que se crea con el espectador.

Dory era un secundario en "Buscando a Nemo", y tiene sentido, porque existía casi como una complicación a la trama. Estaba entre la ayuda y el obstáculo, además de ser el "comic relief" que necesitaba el drama del hijo perdido. Y si, además, resultaba adorable y memorable, mejor.

Pero todo eso que funciona bajo determinadas circunstancias, no tiene por qué hacerlo cuando éstas cambian. Quiero decir, básicamente, que Dory no debería ser protagonista y "Buscando a Dory" sufre por ello.

No se trata de un caso extremo. Esto no es "Cars 2" (¡¿en qué estaban pensando?!) pero los problemas de memoria del personaje son un hándicap, que se resuelve haciéndolos aparecer y desaparecer de manera arbitraria.

A ello se le suman referencias a la película anterior, que a veces funcionan y a veces no.

No quiere decir que no haya cosas que estén bien. Los secundarios se roban varios momentos. El pulpo Hank es genial, y los leones marinos también (en la versión en inglés con subtítulos funcionan estupendamente). Y la aventura es entretenida y visualmente deslumbrante.

Sin embargo, la credibilidad se pierde cerca del final, sacando a los personajes de su hábitat, llegando a extremos que parecen exagerados en pos de crear una aventura "larger than life".

Lo que nos queda es una secuela un poco simpática, con cosas buenas, pero nada memorable. Afortunadamente es entretenida. Puede y debe rendir más.

[**1/2 *****]

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