Crítica: Now you see me (Nada es lo que parece)


De lejos se ven los hilos

"Mirá de cerca," dice la voz en off, "porque cuanto más de cerca veas, menos vas a ver". Genial metáfora de una película hábilmente construida para entretener, que logra mantener el gancho, pero que, si nos permitimos ver un poco más de lejos, notamos lo precario de su estructura.

En "Nada es lo que parece" el objetivo es sorprendernos mientras se da la persecución al estilo gato y ratón del protagonista (Mark Ruffalo, que en los trailers parecía un secundario) y los magos cuyo propósito desconocemos (que presumíamos eran los protagonistas).

El problema es que es todo un truco, que el argumento se vuelve cada vez más inverosímil, y que se necesita que ocurran demasiadas cosas que son imprevisibles para que tenga sentido.

Lo bueno es que, en base a una construcción dinámica, actuaciones buenas y un buen sentido del espectáculo, podemos olvidarnos de ello por un rato.

Ruffalo trabaja muy bien. Lo mismo el resto de un elenco estelar que incluye a Morgan Freeman, Michael Caine, Isla Fisher, Woody Harrelson y Jesse Eisenberg. Todos interpretan una versión que asumimos auténtica (sus personajes son casi quienes esperamos que sean por los actores que los interpretan), y en este grupo Eisenberg se luce con su clásico acto de "the smartest guy in the room". Ojalá la película le diera  más tiempo y más cosas que hacer.

Así como está, "Nada es lo que parece" no es una gran película, ni tiene mucho sentido, ni nada que sea tan memorable. Definitivamente no es tan inteligente como se cree. Pero sí entretiene, tiene un buen ritmo, y se disfruta. Una de esas películas que nos obliga a sonreír, muy a pesar de nosotros mismos.

Para pasar un buen rato.


[*** / *****]

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