Crítica: The Wolf of Wall Street
Que no se acabe la fiesta
Quisiera llegar a los setenta y pico con la vitalidad de Martin Scorsese. Bueno, en realidad quisiera tener ahora, con cuatro décadas menos, la vitalidad de Scorsese, o por lo menos la que deja entrever en "The Wolf of Wall Street".
La más reciente del director (que no la última) es una película dinámica, una fiesta constante, tanto para los personajes, como para los espectadores.
Es una historia que ya se ha contado varias veces, es más, el mismo Martin la ha contado ya en, por lo menos, un par de oportunidades: el tipo (en este caso Jordan Belfort, autor del libro) ambicioso, self-made-man, que asciende a la velocidad de la luz, para estrellarse igual de estrepitosamente.
Y sin embargo, se siente fresca, nueva. Y si es así, es por ese dinamismo, ese ritmo vertiginoso y la impresionante mezcla de drama y humor de la cinta. Porque "The Wolf of Wall Street" es, definitivamente, una comedia, género que hace tiempo no veíamos de la mano del director.
En esa pseudoanarquía, el rey es Scorsese. Flashbacks, rompimiento de cuarta pared, imágenes de video, narración, explicitación de pensamientos... todo vale para contar de la mejor manera, para contar y celebrar el cine.
Leonardo DiCaprio reafirma (una vez más, y van...) que es uno de los grandes actores de los tiempos modernos. Pocos son capaces de crear un personaje tan carismático, capaz de hacer las maniobras financieras más atroces, y sin embargo ganarse al público. Sí, claro que queremos que termine pagando, pero nadie puede negar que disfrutamos cada exceso, cada discurso motivacional, cada esnifada de coca del cuerpo de una prostituta, cada aberrante e hilarante momento.
Jonah Hill es una revelación de versatilidad. Kyle Chandler... baste decir que poca gente transmite tanta integridad como ese tipo. Gracias a él es que recuperamos el norte.
Se ha acusado a la película de ser una celebración de los excesos. Y no deja de ser cierto que el sexo y las drogas, y más sexo, y más drogas, están presentados por momentos en tono de fiesta descontrolada y alegre. Pero Scorsese no descuida la perspectiva y confía en el espectador para entender el mensaje.
Jordan Belfort no es celebrado. ¡Pero vaya que en su decadencia supo divertirse! Y Scorsese nos invita a divertirnos también, mientras lo acompañamos en su ascenso y caída.
Sólida, dinámica, entretenida, hilarante, dramática, inteligente. Una película de esas que tienen que estar siempre en las listas de las mejores del año. ¿Que es enero? No importa. En poco más de 11 meses hablamos.
Imperdible.
[****1/2 / *****]
Comentarios
Escenas memorables, diálogos maravillosos... Matthew McConaughey trabaja ¿cuánto? ¿8 minutos? y su labor es notable. Con esto quiero decir que nada, por mínimo que sea, tiene desperdicio, todo está donde debe estar en esta orgía digna de un emperador romano.
Una maravilla. :D