Crítica: El Gran Hotel Budapest
El peligro de ser un director como Wes Anderson, y de tener un estilo visual y tonal tan marcados, es que siempre se está al borde de la autoconciencia, que lleve a la autorreferencia, y termine en autoparodia. Un director demasiado consciente de que tiene que dejar su marca, puede caer en el exceso.
"El Gran Hotel Budapest" logra maravillar, por ser de las más extremadamente "andersonianas" de sus películas (comparar, por ejemplo con Moonrise Kingdom, que presenta ambientes mucho más naturales), y sin embargo ser mejor película, justamente por ello.
Anderson construye mundos íntegramente, desde los cimientos, y los dota de su sensibilidad, tanto estética, como dramática, y los vuelve coherentes en sí.
Y allí está la mano de un director que sabe lo que hace. Porque hay escenas, como la de la persecución en trineo, que funcionan solamente en el contexto de la película; escenas que para una audiencia de 2014 no deberían funcionar, ya que coquetean en exceso con la animación, pero lo hacen por ser parte de ese mundo que él propone. Esto lleva, indefectiblemente, a reflexionar sobre la importancia del tono y la coherencia interna.
El "suspension of disbelief" que permite que uno vea una película y aceptar lo que en ella pasa como válido, es hijo no tanto de la verosimilitud visual, sino de la coherencia, la homogeneidad en la presentación (o del quiebre de la misma, pero siguiendo ciertos códigos preacordados), y de la mano segura que ordene, que le dé sentido.
Y hay que agregar, por supuesto, un elenco que acompañe.
¿Quién podría dudar que, luego de su impresionante trabajo en esta película, Ralph Fiennes se vuelva un actor más de esa troupe a la que Anderson recurrirá en sus futuros trabajos? Su actuación, entre la parodia de lo sofisticado, el timing cómico y la melancolía (la melancolía es eje fundamental del universo Anderson), es simplemente perfecta. Verlo (¡y escucharlo!) es un verdadero placer.
En el resto del elenco, Willem Dafoe y Adrian Brody tienen cara para películas del director. Y ambos, forman parte de ese lindo exceso que tienen que tener los villanos. Edward Norton, ideal como siempre, Jude Law muy bien y Saorsie Ronan es un encanto. Corresponde aquí una mención especial para Tony Revolori, cuyo personaje Zero es pieza fundamental, y no desentona en lo absoluto, dotando a nuestro protagonista, de una inocencia y encanto más que bienvenidos.
La ambientación, los sets, la música, el ritmo, la combinación de tonos (ni aun los momentos más felices están excentos de su carga oscura, felizmente disimulada en la estética kitsch y el humor de los personajes), son todos típicos del trabajo de su director, y todos son un acierto.
Un encanto de película, totalmente recomendable.
[**** / *****]
Comentarios
La quiero ver, tengo q buscarme el tiempo.
No esperaba menos de 4* para Wes.
Bss
Debo prender una vela a andal13, por la que llegué acá. Todo lo que recomienda es bueno.
Gracias por el trabajo.
Andrea: absolutamente de acuerdo. Y gracias por todo el apoyo. Siempre.
Fernando: muchas gracias! Sos bienvenido cuando quieras, y muy agradecido por dejar comentario. A andal13 hay que hacerle un monumento.