Crítica: Mi primera boda

Día memorable

El cine comercial argentino da indicios, cada tanto, de encontrar su voz. Claro, en el medio, tenemos que fumarnos bodrios imposibles con Julián Weich, o películas de Francella que, más allá de sus dotes actorales, no dejan de ser televisión en pantalla grande, apelando al chiste obvio.

Por suerte, "Mi primera boda" se acerca más a "Música en espera" (otra película con la Oreiro), que a esas mencionadas.

El director, Ariel Winograd, logra mantener un ritmo dinámico, y crear situaciones graciosas, basadas tanto en los personajes como en la observación (y leve exageración) de situaciones reales.

Porque el humor de la película se debe, en gran parte, a esos momentos que se asemejan demasiado a la realidad.

Pero de nada serviría el comentario, sin la fuerza de la pareja protagónica. Él, Daniel Hendler, que es un tipo común, simpático, con quien es fácil relacionarse. Ella, Natalia Oreiro, que se maneja, una vez más, con gran calidad en la comedia (la escena post-destrucción de la torta es excelente).

Ellos hacen creíble la película, y hacen que nos importe su suerte. El elenco lo completan otros personajes, algunos muy bien logrados (el primo, el DJ), otros no tanto (los amigos del novio).

En definitiva, resulta una comedia liviana, un poco absurda, pero simpática, y con la que se vuelve sencillo conectar, y en la que la pareja protagónica demuestra, una vez más que son actores que saben brillar en la pantalla grande.

Muy recomendable.

[***1/2 / *****]