Crítica: Siete Psicópatas
El cine siempre ha dado lugar para reírse y burlarse de sí mismo, de sus convenciones y sus excesos. "Siete Psicópatas" es una comedia que vive en el mundo cinematográfico, se alimenta de él, lo observa, lo digiere y lo replantea.
Martin McDonagh, que se había lucido en su trabajo en "In Bruges", parece estar embebido en la cultura cinematográfica hollywoodense, pero con la lejanía necesaria para jugar desde afuera con ella.
Un elenco encabezado por Colin Farrell (un gran actor que aquí no se luce tanto porque es el "más normal" del grupo) y con muy sólidos trabajos de Christopher Walken, Sam Rockwell y Woody Harrelson, entre otros, cumple con darle vida a un guión complejo y cambiante, lleno de cambios de tono y giros inesperados.
"Siete Psicópatas", como decía, es una comedia, pero esto no la limita a la hora de presentar acción, violencia y sangre, mucha sangre, que aquí juega un papel importante en la deconstrucción de la comedia de acción hollywoodense típica.
La comedia se empapa de sangre y melancolía, y renace y se vuelve a empapar, en una especie de ciclo lleno de absurdos.
El mayor problema es que resulta muy difícil (más allá del interpretado por Walken, y su mujer) terminar de generar empatía por sus personajes. En ese sentido, lo que suceda o no al final, no resulta tan interesante.
"Siete Psicópatas" es una película canchera, entretenida, que ensaya sobre la violencia en el cine, pero sin condenar, y tomando algunos elementos y jugando con ellos, como puede hacer, por ejemplo, Tarantino, pero sin llegar al nivel de la producción de ese director.
Una sólida película, con buenas actuaciones, pero que no invita demasiado a ser revisitada.
Está bien.
[*** / *****]
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