Crítica: Amor a distancia
Against all odds
Dos personas se conocen. Se gustan. Se llevan bien. Sin quererlo, se enamoran. Entonces, aparece un obstáculo que parece insalvable. ¿Logrará su amor salvar ese obstáculo? ¡Vaya interrogante!
La premisa de "Amor a distancia" no es nueva, es más, sigue al pie de la letra las recetas de las comedias románticas. Pero funciona.
Funciona, en parte, porque el obstáculo es interesante (la distancia como impedimento al desarrollo normal de la relación), por oposición a otros más trillados.
Pero, sobre todo, el éxito de la película, reposa en la química de la pareja protagonista. Cuando Drew Barrymore y Justin Long se besan en pantalla, uno siente que son besos de verdad, y eso hace que uno no pueda más que hinchar por ellos.
Ambos aportan frescura a sus papeles, y crean personajes que uno cree pueden existir y gustarse, y aspirar a ser felices. Ese es el ingrediente secreto, que tantas películas dan por sentado.
A ellos hay que sumarles un grupo de actores secundarios graciosos y simpáticos, y situaciones hilarantes, que sirven de balance a la cuestión dramática de fondo. Porque la distancia es un obstáculo más real que muchos de otras comedias, y está tratada con inteligencia.
Sin ser brillante, es tremendamente efectiva y disfrutable. Una propuesta ideal para ver en pareja y pasar un rato muy divertido.
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