Crítica: El Hobbit: Un viaje inesperado
La historia de "El Señor de los Anillos" en el cine, está contada al revés. "El Hobbit", como todos saben, vino antes, es el preludio de la trilogía de "La Comunidad del Anillo", "Las dos Torres" y "El Retorno del Rey". Y aquí en el cine, se nota.
Existe un problema en "El Hobbit" que es la extrema atadura a la trilogía anterior (en cine). La necesidad de conectar cada punto, de hacer una historia espejo, de que una historia menor, como la de el libro, parezca tan grande como la de la lucha por la Tierra Media, son un grillete en los pies de una película que por momentos se arrastra.
Sí, hay momentos muy buenos, y no deja de ser cierto e irónico (tomando en cuenta lo que dije en el párrafo anterior) que la emoción más genuina surja con la conexión con las anteriores películas, en las codas musicales. Pero eso por sí solo, es un artilugio.
Está bien que exista una unidad y conexión con las otras, porque es el mismo universo, se repiten los personajes, y son partes de un todo. Esa unicidad es bienvenida. Pero darle tres películas a una historia que no las amerita, detenerse en momentos nimios y desvíos varios por el solo hecho de que se pueden contar porque existen en el mundo de Tolkien (incluso en los apéndices), sólo agrega peso y lentitud.
Y después está el problema del equilibrio. El humor no siempre funciona (los trolls son asquerosos, y no en un sentido simpático), mientras que se compensa ese humor con varias decapitaciones y una violencia innecesaria en una historia que es, en definitiva, basada en un libro para niños.
A Jackson lo ata el haber hecho "El Señor de los Anillos" antes que "El Hobbit", porque no puede abandonar la seriedad y brutalidad de esa historia.
El elenco está bien. Ian McKellen, como siempre, disfruta. Martin Freeman es una muy buena elección para el papel principal, por su gran capacidad, y por cómo es perfectamente creíble como una versión joven de Ian Holm.
Y después están los enanos, y otra pifia de Jackson. Al final de "La Comunidad del Anillo", yo era capaz de nombrar los nueve integrantes de la misma, y describirlos, así sea brevemente. En "El Hobbit" hay una docena de enanos, de los cuales debo recordar el nombre de ocho, y de los que no puedo decir nada, salvo en el caso de un par, quizás tres de ellos (y la vi 2 veces, ya). Tanto tiempo se perdió en hacerlos cantar, en los chistes escatológicos con los trolls, en la cabaña del mago Radagast, y tan poco se dedicó a darnos a conocer a los personajes, y que nos importen realmente.
Por el lado positivo, Jackson no perdió el pulso para la espectacularidad de los paisajes, y la película es entretenida, sobre todo a partir del momento en el que aparece Gollum (Andy Serkis es magnífico, y el alma de la película), pero es ya bastante avanzado el metraje. Esa escena de acertijos en la oscuridad, muestra lo efectivo que puede ser el director, cuando el material lo permite.
El sentimiento de familiaridad con los personajes, la música evocadora de Howard Shore, Ian McKellen y sobre todo Andy Serkis, salvan la película de hundirse bajo su propio peso. Pero no pueden evitar del todo que "El Hobbit" parezca más una versión extendida, que la versión para cine de una historia, que no debería necesitar tanto metraje.
Comentarios
Voy a aclarar que no vi la trilogía (sí, lo digo sueltita de cuerpo), pero leí las novelas, y por consejo de un amigo, leí El Hobbit ANTES que
El Señor de los Anillos, y reconozco que fue de los consejos más útiles que me han dado en la vida, ya que El Hobbit es una historia menor, y leerla después hubiera sido decepcionante (y se puede vivir perfectamente sin haberla leído también). Entonces, se me ocurre que con las películas puede pasar lo mismo, que quede con gusto a poco por muy genio que esa Peter Jackson.
Y eso sí, Martin Freeman está buenazo, haga lo que haga.
;-)
Donde dice "esa" debió decir "sea".