Crítica: Les Miserables

Incompetencia en primer plano

Imagine el lector la siguiente situación: usted y yo nos encontramos en un evento "x" (el lugar no es importante), y usted quiere conocerme. Entablamos conversación, y me pide que le cuente sobre mí. Entonces, yo le cuento que mido 1.75, tengo ojos marrones, uso lentes de armazón y cristal rectangular, que tengo el pelo castaño bastante oscuro, brazos y piernas bastante flacos...

El problema es que, como le dije, estamos en el mismo lugar, y usted (lógicamente) me está viendo, por lo que lo que yo le estoy contando es obvio, evidente y redundante. Le presento, estimado lector, uno de los grandes problemas de "Les Miserables".

Tom Hooper no sabe que hacer con el material de "Les Mis", una obra de teatro en la que los personajes cantan todo el tiempo sobre lo que les pasa. Se ve que el director tiene miedo de que el resultado se parezca demasiado al teatro. Para evitarlo, se le ocurre filmar prácticamente todo en primeros planos, mover la cámara, inclinarla... Pero, al separarse del escenario, le queda el problema de hacer que el material funcione en el cine (o eso que él pretende sea cine).

¿Qué sentido tiene cantar sobre la decisión de Jean Valjean de rehacer su vida, si lo estamos viendo, si se deduce automáticamente de la situación y la actuación de Hugh Jackman? ¿Qué sentido tiene que Marius cante sobre sus compañeros perdidos, exprese su dolor de esa forma, si en su rostro se ve reflejado tanto? La cámara no puede limitarse a capturar esos rostros, porque no tiene sentido, ¡porque el cine es otra cosa!

Esa incompetente forma de filmar, no sólo redunda en emociones sobreexplicadas, machacadas hasta el hartazgo, también evita disfrutar de la geografía, del movimiento, de eso que hace de un musical en cine, un verdadero espectáculo.

Hay, por ejemplo, una escena en la que Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter (geniales aquí ambos) cantan "Master of the house". En el fondo hay una buena idea: mostarlos estafando y robando a cuanto incauto sea posible. Hooper edita y filma tan mal, que la coreografía es imposible de apreciar, que los movimientos resultan casi indescifrables, que no existe sensación de una maquinaria perfectamente aceitada para timar.

Pero, lamentablemente, en la decisión de filmar "Les Mis" como si fuera la "Juana de Arco" de Dreyer, no se agotan los problemas de la película. Hooper está tan enamorado de cada pieza de música, de cada canción, que en su afán de incluir todo lo que se pueda, la película no respira. Desde el comienzo de la primera escena hasta la última, pasan alrededor de veinte años. No se nota, no se siente, porque el tiempo sólo pasa en las canciones. Lo hemos dicho más de una vez en este blog: una película tiene que respirar, encontrar sus momentos, tomarse el tiempo de contar lo que quiere contar. Es más, una buena película ni siquiera lo cuenta, deja que nosotros lo sepamos casi sin decirlo.

Aquí el director parece necesitar que arranque ya la siguiente canción, no sea cosa que quede afuera, o editada. Y así no hay clima que pueda sostenerse.

Sí, Hugh Jackman se entrega de cuerpo y alma. Sí, Anne Hathaway está estupenda en los pocos minutos que está en pantalla y canta "I dream a dream" como los dioses. Sí, hay voces y actores muy buenos (como dije Baron Cohen y Bonham Carter están geniales, y se roban cada minuto en pantalla), y el nene que hace de Gavroche tiene uno de los momentos más fantásticos del metraje, pero ¿para qué?

"Les Miserables" no es una buena adaptación, porque no "adapta" nada. Toma el musical y lo filma. Lo filma feo y lo arma a las apuradas, sin timing dramático ninguno. El resultado funciona sólo en cuanto los números musicales, que tienen la fuerza dramática de su música y letra, y en cuanto a la entrega de los actores, que parecen darse en un 100%. Por eso, y nada más, es disfrutable.

Pero, al final del día, "Les Miserables"  es una colección de emotivos videoclips encadenados y no una verdadera película.

[** / *****]

Comentarios

andal13 dijo…
Todavía no la vi (la vería solo por Hugh Jackman, creo), pero no dudo que sea tal cual decís, una redundante redundancia. Capaz que como radioteatro hubiera sido una maravilla.
Ta, el musical y yo no nos llevamos muy bien; para gente que canta, me quedo con la ópera. Y creo a Víctor Hugo no le hubiera hecho gracia.

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