Crítica: Quiero matar a mi jefe
Trifecta perfecta
Tres historias, tres jefes horribles, tres amigos, tres actores con una química impresionante. Esa es la base de "Quiero matar a mi jefe", en la que los tres protagonistas se encuentran en una situación desesperada, en medio de la recesión americana.
A nadie le gusta estar desempleado, y a veces, para evitarlo, hay que aguantar demasiado. Con eso juega la película, pero, por sobre todo, deja a sus actores jugar.
Bateman, Sudaikis y Day son un trío que se maneja en el límite de lo atolondrado (son tan inútiles, por momentos, que casi desespera), sin pasarse. Son una especie de tres chiflados modernos, con la química justa. Venden sus personajes y su amistad, y es imposible no simpatizar con ellos.
Por el otro lado, los jefes. Kevin Spacey es perfectamente malvado, Colin Farrell es tan desquiciado como uno puede creer que sea (su personaje es el que menos atención recibe, lamentablemente) y Aniston debe dar la mejor actuación que le he visto. Por primera vez, no es Rachel de "Friends", y su belleza le da el giro exacto a la situación.
La película no es nada que no se haya visto, si bien sorprende una o dos veces, pero no es lo importante. Lo importante es el timing cómico, que funciona, el ritmo, que entretiene, y los actores, que dan todo de sí.
"Quiero matar a mi jefe" no comete los excesos de "Qué pasó ayer? Parte 2", y si bien tiene sentido de urgencia en algunos tramos, no es violenta, ni histérica. Es, simplemente, muy divertida.
Una muy buena comedia. Una muy buena película.
[***1/2 / *****]
Comentarios
Yo quería verla. Ahora que tenés patrona me neglectiás...
Ta bien.