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Terminé de leer "The Amber Spyglass", tercera y última parte de la serie "His Dark Materials" de Philip Pullman (las dos anteriores son "The Golden Compass" o "Northern Lights" y "The Subtle Knife").

Mientras escribo estas líneas tengo sentimientos encontrados, típicos de un final que se resiste a ser catalogado como feliz, pero que no puede considerarse trágico.

El hecho es que por más que la historia termine (voy a ser lo más vago posible en términos de trama, para los que no leyeron los libros) con el mundo (o los mundos), en un mejor estado que al principio, el precio a pagar por ese nuevo mundo parece demasiado alto.

En ciertos libros (en general aquellos que, a mi entender, están mejor escritos) uno siente junto a los personajes por ellos mismos. Pienso en HP y cómo me importan más las relaciones entre los personajes (principalmente el trío), sus sentimientos y emociones, que lo que pasa con Vold... perdón "he who must not be named".

Y Pullman acá crea un universo (o universos) de una enorme complejidad, en el que uno pasa casi tres libros sin estar seguro de nada, sin saber en quién se puede o no confiar, y qué es lo mejor para el destino de todos.

Una historia extraña y subversiva. Una trilogía atrapante y confusa.

Pero al final, la verdad, sólo me importa la pérdida, aquello que está condenado a fracasar y que uno siente tan injusto.

Supongo que me golpeó más de cerca de lo que esperaba ("too close to home, como le dicen"), por razones que no vienen al caso, pero mientras escribo me siento contento de haber leído algo tan único, y desolado por el final de la historia.

Pullman: no sé todavía si agradecerte o maldecirte... supongo que eso es un elogio...

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