Crítica: Unstoppable (Imparable)
Una maquinaria aceitada
Hay una cierta norma, y una cierta uniformidad en esta serie de productos Tony Scott – Denzel Washington. Son una fórmula probada, de aceptable éxito comercial y artístico, con entregas mejores y peores.
“Imparable”, afortunadamente, está entre las primeras. Su argumento es sencillo (un tren sin conductor, con una carga peligrosa, a todo trapo y sin frenos, que debe ser detenido), y todo lo que ocurre en la película, desde el primer fotograma hasta el último, puede ser calificado de cliché.
Y sin embargo, la película es muy buena. ¿Por qué? Porque sus climas están bien logrados, porque logra transmitir la tensión en todo momento, porque el “inspirado en hechos reales” del principio ayuda a generar un plus de ansiedad.
En términos de personajes y desarrollo, no hay mucho. El tren no es un McGuffin, es el objetivo principal. Y está bien, no hay necesidad de llenar al espectador de mensajes y discursos. La simplificación (corporación mala – empleados en condiciones precarias buenos) es hasta simpática, porque lo importante es parar el tren.
Washington muestra su oficio (como siempre), y comparte el crédito con Chris Pine, que mucha pinta de tipo común y trabajador del tren no tiene, pero cumple, y eso es lo que importa. Los demás son estereotipos funcionales al argumento, en la medida de lo justo y necesario. Y así está bien, no es su historia.
El ritmo es interesante, la fotografía es la típica de un film de Tony Scott (granulosa, saturada), al servicio de esa sensación de inminente desastre.
Todo conspira para que el espectador se agote, haciendo fuerza para que el tren pare. Al final del día, eso es lo que importa. Y por eso (nada más y nada menos) la película es un éxito.
[***1/2 / *****]
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