Crítica: Deadpool
No todos los "héroes" de los cómics son iguales. Y no todos merecen el mismo tratamiento en la gran pantalla. Si hay un gran acierto con Deadpool, es contar su historia con el tono y la forma que el personaje merecen.
Horrible había sido lo que le había pasado en X-Men Origins: Wolverine. Un personaje famoso por lo que habla, al que le habían cosido la boca (!!!!!). La insistencia de Ryan Reynolds (muy bien y carismático en esta película) llevó a que le dieran una oportunidad al personaje tal como está en el papel.
Y es un respiro de aire fresco, con humor desde inteligente a absolutamente burdo, pero que generalmente funciona. Funciona por Reynolds, por el ritmo, porque combina bien lo visual y porque no tiene miedo de romper la cuarta pared (y cuantas paredes sean necesarias).
Lo mejor está en el comienzo, en la relación entre Reynolds y Morena Baccarin (¿esa mujer no envejece nunca?), que comparten una química importante y arman una las relaciones más creíbles de las películas del género. Está bien, la competencia no es grande, pero bueno.
Donde más flaquea es cuando más se parece a una película normal de superhéroes. La segunda mitad pierde un poco de fuerza, y el tercer acto, con damisela en peligro, es salvado por el humor, que contrasta con lo trillado del asunto. Igual se agradece que, por una vez, no esté en peligro el destino del mundo. Una escala pequeña alcanza y sobra en una película bien contada.
Existe un público amplio para las películas que salen de las historietas. Que venga "Deadpool" a descubrirlo, es bienvenido. No todas las películas de superhéroes tienen que seguir este formato, ni mucho menos, pero cuanto más se amplíe la oferta, mejor será para todos.
Divertida, graciosa, dinámica, con algunos efectos dudosos y un poco barata por demás, es menos rupturista de lo que se podría pensar, pero sí trae una forma distinta de contar una historia repetida.
Vale la pena.
[***1/2 / *****]
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