Crítica: Misión: Imposible III
El conejito de Duracell
¡Alguien que traiga una camisa de fuerza para Tom! El tipo está muy mal. No sólo en el mundo real salta sobre los sillones, practica la cienciología (dicen que en realidad practica la sientología), se casa con Katie Holmes, se separa de Nicole... etc. Ahora también anda colgado de los autos, salta al vacío, corre como si lo estuviera persiguiendo la hinchada de boca jrs. (estoy seguro que quebró algún record mundial), y camina por las paredes.
El tema es: no es sólo la magia del cine... el tipo realmente está haciendo las “acrobacias”. No se puede creer.
Así como Tom está on fire, contrata al director que quiere. ¿Y quién mejor que J.J. Abrams, el creador de Alias para llevar Misión Imposible otra vez al camino correcto, al espíritu de la serie?
M:I:III tiene todo lo que tiene que tener: una historia interesante, misiones realmente imposibles y acción, mucha, mucha acción.
Es realmente Tom, colgando de un auto... está muy mal el pibe.
De hecho, la seguidilla de acción es tan intensa e interminable, que quizás hasta sea demasiado. En un momento de verla por segunda vez en algunas escenas me pregunté: ¿esto ya no había pasado? Es que uno ya no sabe dónde está parado, y las cuestiones se repiten. Pero eso es una cuestión menor.
La función principal de M:I:III es entretener. Y entretiene. Entretiene en serio. No deja descansar en ningún momento. No te suelta. Es una montaña rusa perfecta.
En una entrada anterior hablaba de J.J. Abrams como un realizador a tener en cuenta. Esta es su primera película, y realmente demuestra estar a la altura de la circunstancias.
Una de las películas de acción más entretenidas de los últimos tiempos.
[***1/2 / *****]
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