35 años
El 27 de junio de 1973 Uruguay cambió para siempre.
Un hijo de puta (no da para eufemismos) que había ganado en elecciones fraudulentas, un megalómano y fascista, vio una oportunidad de oro, y no la desaprovechó.
Poco importaban la Constitución y las leyes. Lo único importante era el poder, el exterminio del enemigo ideológico, y con eso: más poder.
Pensar en Uruguay y su dictadura como un hecho aislado sería, obviamente, un error. Hay que verlo como parte de algo más grande, un flagelo que azotó gran parte de América Latina. Pero que eso no nos sirva para justificar lo que pasó.
Cuando yo nací la dictadura casi no existía. Hacía tiempo ya del plebiscito del 80. La salida estaba ahí, se palpaba en el aire. Pero eso no me vuelve indiferente. Los hijos de los 70 y 80 estamos marcados por esa época, seamos conscientes de ello o no.
Cuando se hablaba del proyecto de ley de procedimiento policial, hace unas semanas, temblé. Que haya gente que reivindique la seguridad de aquella época me pone la piel de gallina. Para eso hay que entrar en la mentalidad del "algo habrá hecho", en la justificación de la barbarie por razones políticas o de seguridad. "Si lo detienen es por el bien de todos".
No dejemos nunca de tener presente lo que pasó: muerte, miedo, desapariciones, torturas...
Que la política (especialmente la política partidaria) no nos impida darnos cuenta del horror, no nos lleve a relativizar la muerte, a trivializar el terrorismo de Estado.
Ya lo dije alguna vez: no me va la falsa dicotomía entre mirar al pasado o avanzar: si no aprendemos del pasado, ¿de dónde vamos a aprender? "Quien no aprende de sus errores esta condenado a repetirlos", reza sabiamente el dicho popular.
Así como hablé de nuestro ex "presidente", responsable directo (no el único, claro) de lo que pasó, hago extensivo el llamado de atención sobre todos los que aplaudieron su accionar (fueron muchos, aunque ahora se hagan los democráticos), y también a quienes, lisa y llanamente, prefirieron mirar para otro lado, como si acá no pasara nada.
Hace 35 años Uruguay entraba en su hora más oscura.
No nos olvidemos de eso. Tengamos al pasado presente.
Así tal vez demostremos que aprendimos la lección de la historia.
Un hijo de puta (no da para eufemismos) que había ganado en elecciones fraudulentas, un megalómano y fascista, vio una oportunidad de oro, y no la desaprovechó.
Poco importaban la Constitución y las leyes. Lo único importante era el poder, el exterminio del enemigo ideológico, y con eso: más poder.
Pensar en Uruguay y su dictadura como un hecho aislado sería, obviamente, un error. Hay que verlo como parte de algo más grande, un flagelo que azotó gran parte de América Latina. Pero que eso no nos sirva para justificar lo que pasó.
Cuando yo nací la dictadura casi no existía. Hacía tiempo ya del plebiscito del 80. La salida estaba ahí, se palpaba en el aire. Pero eso no me vuelve indiferente. Los hijos de los 70 y 80 estamos marcados por esa época, seamos conscientes de ello o no.
Cuando se hablaba del proyecto de ley de procedimiento policial, hace unas semanas, temblé. Que haya gente que reivindique la seguridad de aquella época me pone la piel de gallina. Para eso hay que entrar en la mentalidad del "algo habrá hecho", en la justificación de la barbarie por razones políticas o de seguridad. "Si lo detienen es por el bien de todos".
No dejemos nunca de tener presente lo que pasó: muerte, miedo, desapariciones, torturas...
Que la política (especialmente la política partidaria) no nos impida darnos cuenta del horror, no nos lleve a relativizar la muerte, a trivializar el terrorismo de Estado.
Ya lo dije alguna vez: no me va la falsa dicotomía entre mirar al pasado o avanzar: si no aprendemos del pasado, ¿de dónde vamos a aprender? "Quien no aprende de sus errores esta condenado a repetirlos", reza sabiamente el dicho popular.
Así como hablé de nuestro ex "presidente", responsable directo (no el único, claro) de lo que pasó, hago extensivo el llamado de atención sobre todos los que aplaudieron su accionar (fueron muchos, aunque ahora se hagan los democráticos), y también a quienes, lisa y llanamente, prefirieron mirar para otro lado, como si acá no pasara nada.
Hace 35 años Uruguay entraba en su hora más oscura.
No nos olvidemos de eso. Tengamos al pasado presente.
Así tal vez demostremos que aprendimos la lección de la historia.
Comentarios
A no olvidar.
Por lo demás, creo que dije todo lo que tenía para decir respoecto a esta fecha en el post.
Con el criterio de censura que manejás vos, los diarios deberían publicar todas las cartas al director que les llegan, los programas de TV deberían leer todos y cada uno de los mensajes de los televidentes, etc. O sea, una estupidez galopante.
Qué loco, no?, porque yo hablé de gente que mató, secuestró y torturó, y vos me hablás de no publicar un comentario en un blog.