Noé posible
Hacía varias semanas que llovía sin parar en todo el mundo. Al principio se habló del calentamiento global, del efecto dañino del hombre sobre la naturaleza, pero ya todos los pronósticos habían sido superados. Lo que pasaba no era algo natural.
Por supuesto que los religiosos fueron los primeros en dar la voz de alerta, y claro, los escépticos, en un primer momento, chasqueaban sus lenguas en señal de desdén por la ignorancia de aquellos. Pero ya no daba para más.
Claramente se trataba de una intervención divina.
Ahí entraron a jugar los pragmáticos. Afirmaban que las disquisiciones de naturaleza teológico-filosófica, podrían ser muy interesantes, pero antes había que sobrevivir, hermano, y para eso había que instrumentar un plan de acción.
Se armó un consejo internacional, que debía resolver el tema en cuestión de tres días (la situación no daba para comisiones que dilataran el proceso). El futuro de la humanidad dependía de una acción inmediata.
La resolución fue la siguiente: dejar que cada gobierno de cada Estado soberano (se armó terrible lío con lo que iba a pasar con Puerto Rico) eligiera un 5% de su población para ser salvada en las arcas construidas a tal efecto, con fondos comunes. Los fondos destinados a cada Estado, serían distribuidos a prorrata por la cantidad de población. Quizás, la medida más democrática de la historia de la humanidad.
El criterio de selección era dejado a cada gobierno ("autodeterminación de los pueblos", que le dicen). Algunos lo eligieron por sorteo, otros buscaron soluciones más ingeniosas...
En Uruguay, el viejito al timón del arca, decidió guiarse por la Constitución, que señala la igualdad de las personas “no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”. En realidad, las palabras utilizadas por el Excelentísimo Señor Presidente para la ocasión fueron: “Vamos a hacer lo que puédamos,” (sic) “así que si merecés ser salvado, demostralo, m’ijo”.
La cosa se instrumentó de la siguiente manera: durante el proceso de construcción de las arcas (se fijó un plazo máximo de dos meses, porque después, se calculaba, ya iba a estar todo inundado… los holandeses se ahogaron mucho antes) se procedió a evaluar a los ciudadanos, que tenían que apersonarse a tales efectos, en las nuevas e improvisadas oficinas de la fortaleza del Cerro (bien arriba, porque el agua seguía subiendo) por número de cédula, para que presentaran su argumentación.
En una entrevista no mayor a cinco minutos (los tiempos no daban para más), se debía demostrar talentos y/o virtudes que, a todas luces, indicaran la imperiosa necesidad de contar con esa persona en la nueva sociedad.
A mí me tocó en el día veinticinco.
Delante de mí en la fila, estaba un ingeniero, que (si bien no te lo decían en el momento, por la cara te dabas cuenta) quedó seleccionado, una cocinera que si no quedó pegó en el palo, y un plancha que amenazó al entrevistador con una navaja, y dudo que haya quedado.
Llegó mi turno. Me acerqué al mostrador y le di la cédula al tipo de Identificación Civil.
“¿Nombre?”
Le dije mi nombre mientras me preguntaba para qué me lo pediría, si lo tenía escrito frente a sí.
“¿Edad?”
Respondí, mientras pensaba otra vez lo mismo.
"¿Estado civil?”
“Soltero.”
“¿Hijos?”
“No.”
“Dígame, ¿a qué se dedica?”
“Bueno, yo soy abogado…” La cara del tipo dejó evidenciar una mueca de disgusto. “… pero en realidad no ejerzo, soy más bien bancario.” agregué, procurando (y fracasando estrepitosamente en el intento) remediar mi situación.
“¿Algún talento?” me preguntó, como tirándome un salvavidas, por pura buena voluntad, la de un hombre haciendo un trabajo que no le es grato.
“Bueno, yo…" buscaba algo para decir, desesperadamente "escribo 10denoviembre, un blog…”
Mis ojos conectaron con los del hombre. No hicieron falta más palabras. Extendí la mano, me devolvió la cédula, me di media vuelta, cabizbajo, y me fui, paraguas en mano, a esperar que me tapara el agua.
Comentarios
me rei con esto, posta
estuve vichando otras entradas del blog (: en vez de estudiar lalalalala como corresponde, no?
beso (:
Me alegro que te hayas reído, posta. Era la intención, jaja.
Las cosas que uno hace cuando tiene que estudiar! Cualquier excusa para distraerse sirve, hasta recorrer este blog :P
Beso =)
Vicky: mientras no se moje la compu...
;-)
Voy a asumir que te gustó el cuento ;)
¿Los irlandeses se salvaron, al menos?
Una sola palabra: APESTAN.
Me da la impresión de que leyeron mi última columna, y se tomaron su contenido literalmente.
¡Y se lo tomaron con varias botellas de Rioja!
Capáz que Dani Umpi tampoco se salva (no tengo nada contra el tipo, en serio, en serio, en serio, pero tampoco me genera aprecio, es una gran nada). En cuanto a VR, estoy bastante de acuerdo.
Exacto, la RAE se confundió y pensó que lo decías en serio... :S
Es terrible!
Molly: no es para tanto (?) aunque me enternece que te entristezca la muerte de este autor :P
Dani Umpi me cae bastante bien (no puedo creer lo que acabo de decir!) porque es, por lo menos, diferente.
VR... bueno... mejor ni hablar.