Crítica: Borat
Son las doce palabras las que dan nombre a esta película, que es, desde el título mismo, una muy particular.
Borat es una comedia que mezcla lo guionado con lo espontáneo. Mezcla de documental y comedia física, con ciertos agregados de ironía y mal gusto.
Hay algo muy curioso acerca de la película: hay una cierta crítica a la sociedad americana. Esta no es de la entidad que algunos promotores de la película pretenden hacernos creer.
Más allá de todo, el personaje del que nos reímos la mayor parte del tiempo es Borat. Y Borat es de Kazajstán (o él dice que lo es). Pero esa Kazajstán que nos presenta es pobre y decadente. Es la clara imagen de Europa del Este que vemos, por ejemplo en “Eurotrip”. Entonces uno se pregunta si realmente se burla de EEUU solamente...
En “Eurotrip” el humor permitía darse cuenta que más que del lugar, la burla era de la percepción americana del mismo. Aquí no queda tan claro. Quizás la gran diferencia está en que la burla a la sociedad americana no está hecha por el personaje, sino que la película deja que las personas reales se dejen en evidencia, mientras que la burla de Kazajstán la hacen siempre actores.
En otro orden de cosas, debemos decir que Sacha Baron Cohen hace una construcción de un personaje tan ajustada y real, tan convincente, que los involucrados en la película la creen, y uno también.
Es un One-man-show (más allá de contar con la participación de su “productor” que hace un trabajo muy bueno) a la altura de los mejores comediantes de hoy en día.
Lo importante, de todos modos, es lo divertida que resulte, y en ese punto, indudablemente, se trata de una de las comedias más graciosas de los últimos años.
[***1/2 / *****]
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