Crítica: Children of Men

Y tu futuro también

Decía Leonardo D’esposito en su crítica de COM “Algo muy malo pasa con el presente para que los futuros antiutópicos -sobre todo ingleses- florezcan en el cine.” Y tenía razón. De hecho, la película está ambientada en un futuro muy cercano porque su director, Alfonso Cuarón, pretendía que se entendiera más bien como si fuese en el presente.

Porque Children of Men no es una película que trata simplemente de un héroe tratando de salvar a la única mujer embarazada del mundo en 18 años. Es mucho más que eso. Hay tanta manifestación política y crítica encubierta en COM, como se puede esperar.

Cuarón presenta un mundo que se cae a pedazos, un mundo donde simplemente no hay más esperanza, donde se permite la venta de píldoras de suicidio, pero claro, no la marihuana.

Y en detalles como éste es que se ve la mente detrás de la película. Se ve cuando uno entiende que nada es caprichoso, que todo tiene un sentido, una conexión con el mundo real. Por eso COM es más real que muchas películas ambientadas en el presente.

Clive Owen lleva la película sobre sus hombros. Desde el comienzo al final es él. Siempre allí. Toda escena tiene que ver con él, con lo que le pasa o le pasa a otros cuando él está presenciándolo. Quizás el único momento que transcurre sin él, sea uno que se centra en el personaje de Michael Caine, en un papel también brillante.

Hay mucho para decir de la dirección de Cuarón. Primero los espectaculares planos secuencia que se extienden por minutos, capturando a los personajes en una naturalidad fantástica (a moment of truthfulness, como él mismo lo definió). También la fotografía (Emmanuel Lubezki es el DP) contribuye a crear una atmósfera 100% realista, sin utilizar iluminación artificial.

Podría decirse que estamos ante una de las películas mejor dirigidas de los últimos tiempos.

Por sobre todas las cosas Children of Men es un llamado a la esperanza, con momentos muy duros, con mucho dolor y muerte. Pero Cuarón nos dice que aún en realidades tan difíciles, en mundos tan inciertos, hay una luz al final del túnel. Ojalá así sea.

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