Malas noticias

El mundo está muy enfermo. No hay vuelta que darle. Hace unas horas encontraron a Natalia... perdón, encontraron el cuerpo de Natalia, que no es lo mismo.

¿Cómo llegó allí? ¿Quién se la llevó y por qué? Son preguntas válidas, pero la verdad que la respuesta no me interesa demasiado.

Más allá del circo, más allá del morbo, un hecho se vuelve evidente: algo está muy mal. Alguien tiene que estar muy mal para raptar a una persona y después matarla. Bueno, claro, matarla puede ser una consecuencia inevitable del rapto y no el fin en sí mismo... o tal vez no sea así.

El problema es que todo va a quedar en la anécdota de los diarios e informativos. Es claramente un circo del morbo. Muy extraño y quizás sobredimensionado. Hoy todo se hace así. Hay manifestaciones en las calles por las cosas más extrañas, y los periodistas cubren noticias sobre la nada misma. Porque el periodismo se parece cada vez más a Intrusos en el espectáculo.

Pero el fondo no se ve. Nadie se pregunta cómo es posible. Todo es superficie, síntomas y no enfermedad. Nadie quiere entender hasta qué punto todo se está yendo al carajo.

Porque salir a la calle hoy es una decisión complicada. Porque uno calcula con cuánta plata anda en los bolsillos (sólo la necesaria, no vaya a ser que me roben). Porque uno ve a los pibes con los gorritos de Nike y cruza para la vereda de enfrente.

Y no es el tema de la inseguridad en sí, es más que eso. Es una sociedad que vive en el borde del quiebre. Parece no existir un orden, una mínima estabilidad.

El contrato social pierde vigencia. ¿Hasta qué punto podemos hablar del hombre viviendo en sociedad como forma de evitar el caos?

Quizás estoy reaccionando de más, sobredimensionando la situación. Enfermos hubo siempre, y excluidos sociales también. Aunque por momentos pareciera que ahora es un momento como el que nunca antes se había visto.

Si es así, si es peor que nunca, entonces qué hacemos, ¿cómo lo tratamos? ¿Cuál es la solución?

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