Crítica: Hot Fuzz

Good cop, bad cop

Si alguien alguna vez se preguntó si los geeks tendrían el poder, aquí está su respuesta. Los creadores de Hot Fuzz, y Shaun of the Dead son ejemplo de que el consumo de cine en cantidades industriales, puede influenciar positivamente.

Una está inspirada abiertamente (incluso hasta el punto de hablar específicamente de ellas) por las películas de acción americanas. La otra, por las películas de zombis, en particular de Romero, pero también las italianas y similares.

En HF todo está premeditado, todo es una referencia y se utiliza para el humor. Incluso en la edición se ve un homenaje a directores actuales del cine de acción.

Hot Fuzz es, por sobre todas las cosas, una comedia.

Nick Angel (Simon Pegg) es un policía tan eficiente, que es transferido de Londres a un pueblito en el medio de la nada, para no hacer quedar mal a sus compañeros de la central. Llega, entonces, a un pueblo donde no pasa nada, no hay crimen, no hay problemas... riiiiiight.

Las actuaciones son muy buenas, en particular Timothy Dalton, en un papel de villano (no adelanto nada, es abiertamente un villano) que le queda como hecho a la medida.

La película no es tan efectiva como Shaun of the Dead, principalmente porque el concepto no es tan nuevo, pero además porque los personajes son un poco más lejanos al espectador.

Más allá de eso, sigue siendo una propuesta interesante, en la que los excesos son, por lo menos, conscientes, en la que no quedan cosas libradas al azar, y se exploran las posibilidades del género de acción.

Una película para ver con amigos.

[*** / *****]