Crítica: Dreamgirls
Dreamgirls es un musical. Esto ya dice mucho de una película. Para algunos es una palabra que, básicamente, les dice que deben alejarse de la misma.
No voy a entrar en esta crítica a analizar lo bueno y lo malo de los musicales, pero voy a decir que, como en cualquier otro género, los hay buenos y malos.
Dreamgirls, en este caso, está en el medio.
La película tiene un arranque desparejo, con momentos muy buenos cuando los personajes están en el escenario, pero extraños, casi incómodos, cuando no lo están. Asimismo, parece no decidirse nunca en convertirse en musical, al menos durante esta primera etapa.
Anika Noni Rose, Beyoncé y la enorme (ja!) Jennifer Hudson
La película brilla sobre la mitad, brilla cuando Jennifer Hudson brilla. Ella, desde su primera línea, demuestra estar en el personaje y transmite todo su sentimiento con una facilidad maravillosa.
Todo tiene su punto más alto con “And I’m telling you I’m not going”. Hace unos días incluí el audio de esta canción. Pero hay que verla en pantalla. Es una de las mejores escenas de los últimos 12 meses. Tan poderosa que pone la piel de gallina.
Luego la película cae, casi que inevitablemente. Es difícil llegar al clímax en la mitad del metraje, porque después no hay dónde ir.
Beyoncé no es la actriz principal, ni puede hacerse cargo de ese rol en la película. Cuando no está Hudson disminuye la intensidad. Sólo la canción “Listen” se acerca a lo hecho por ella.
Esta última parte se hace tal vez un poco larga e innecesaria. Todo lleva a un final abrupto, que no logra cerrar la historia de forma satisfactoria, y que lo deja a uno como mal parado.
Es la actuación de Jeniffer Hudson, entonces, la que (como pasó en Babel con Rinko Kikuchi) eleva la película un escalón más arriba.
Si hay películas que merecen ser vistas por una actuación, incluso por una escena, esta es una de ellas.
[*** / *****]
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