Crítica: Stranger than Fiction

Strange is good

Por suerte todavía hay películas pequeñas en Hollywood. Por suerte, todavía hay actores que, a pesar de poder aceptar papeles sólo en películas enormes, corren riesgos y hacen películas de bajo presupuesto, películas distintas a lo común.

Will Ferrell es hoy, uno de los más reconocidos comediantes de EEUU. El tipo es simplemente muy gracioso, y un muy buen actor.

Aquí su personaje es alguien que escucha su vida narrada por una escritora (Emma Thompson en un papel brillante, y aprovechando al máximo su voz y su acento).

Entonces todo se vuelve cuestionable y cuestionado. Y habrá que determinar qué tipo de historia es la que está viviendo el protagonista.

Con actuaciones todas impecables (no me quiero olvidar de la talentosísima Maggie Gyllenhaal y de Dustin Hoffman), y un modo interesante y visualmente atractivo para narrar la historia, Stranger than Fiction se convierte en una comedia extremadamente atractiva.

Además, el final permite cerrar la historia de manera tal que los huecos narrativos desaparezcan, que la historia cobre sentido en un todo, más allá de que no podamos explicar la cuestión de fondo. Porque, al final del día, no es importante por qué el protagonista escucha a la autora ni por qué la autora escribe sobre alguien real.

Lo importante está en cómo vive Harold su vida. En el proceso de contarlo, también habrá cosas que decir sobre la literatura y los escritores, sobre las oficinas, los sueños y la vida.

El estilo narrativo del director, el uso de distintos recursos como ser los números que aparecen en pantalla, le dan a la película un aire claramente ficcional, que contrasta con la imagen. Entonces el espectador entra en el juego de la dicotomía entre ficción y realidad.

Una película diferente.


[***1/2 / *****]

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