Crítica: December Boys
December boys es la historia de cuatro chicos huérfanos que viven un verano inolvidable en una playa australiana.
Criados en un orfanato regenteado por monjas, tendrán la posibilidad de pasar unos días lejos de ese mundo, para entrar en uno distinto, donde podrán encontrar aquellas cosas que buscaban, a veces para darse cuenta que no era lo que necesitaban.
Los cuatro chicos trabajan muy bien (Daniel Radcliffe hace su mejor interpretación hasta el momento). Ellos son el alma de la película, sobre todo “Misty”, que es el narrador de la historia.
Quien hace un trabajo excepcional (además de estar bárbara) es Teresa Palmer (“Lucy”), el interés romántico del mayor del grupo; una chica de mundo, con experiencia, llena de carisma y carente de todo sentido de la vergüenza.
Para notar, también, la belleza del paisaje, que ayuda a crear una atmósfera particular, un aire fantástico al relato.
No es una película perfecta. Si bien los personajes son simpáticos y hasta queribles, no se genera realmente un vínculo, y el espíritu de aventura llega hasta por ahí nomás. Quedan cosas en el debe, en ese aspecto.
Lo mismo sucede con toda la iconografía religiosa y las “apariciones”, que no parecen tener mucho sentido... salvo una de ellas, que terminará por dar significado a la vida de uno de los muchachos.
La música es muy buena, y también lo es la fotografía, que retrata tanto el outback como la costa australiana, cargados de belleza y calor.
Se me ocurren (como decía) un par de cosas que no funcionan satisfactoriamente dentro de la película, que no voy a mencionar para no contar más de lo necesario, y uno queda con la sensación que esta historia ya la ha visto contada antes, incluso mejor que en December Boys.
Igual resulta una película “linda”, de esas que uno ve para dejarse manipular un poco (no es algo malo per se, ese es el objetivo del arte), emocionarse y divertirse.
En definitiva, una película sin grandes ambiciones, y con algunas falencias, pero transparente y agradable.
[*** / *****]
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