Crítica: Sicko

¡Salud!

Michael Moore tiene una forma particular de hacer sus documentales. Él muestra la realidad como la ve. No trata de ser imparcial, sino de mostrar cómo los hechos respaldan su punto de vista (o cómo su punto de vista parte de ciertos hechos).

Esto no le saca el valor de documental. Porque él lo plantea como una tesis, en la que afirma algo, y luego junta todos los elementos que encuentra para demostrar que lo que dice es cierto, sin mentir. Y la realidad lo apoya.

¿Manipulador? Sí. El cine ES manipulación. Lo importante está en la honestidad y la transparencia.

Sicko, su nuevo documental sobre la industria de la salud en EEUU mejora algunas cosas de sus trabajos anteriores. No tiene, por ejemplo, la desorganización de Bowling for Columbine (es mucho más coherente), ni el sentimentalismo extremo de Fahrenheit 9/11.

Por el otro lado, justo es decir que es un poco más frío que aquéllos, y quizás un poco menos atrapante, o menos capaz de provocar reacciones extremas (cierto es que la distancia para los no estadounidenses, es un límite a la identificación).

Lo que sí se ve es un documental entretenido, que muestra realidades que parecen increíbles, que demuestra que, con todas sus virtudes, la gente en EEUU tiene serios problemas también.

Relatos como el del hombre que tuvo que elegir que le vuelvan a colocar sólo la punta del dedo anular, porque el mayor le costaba U$S 60.000, o la de la niña que se negaron a atender en un hospital y murió antes de recibir la atención que correspondía, son muestras claras de cómo la salud y el negocio no son muy compatibles.

Una cosa interesante de Sicko es que Moore sale de su país, se va a Canadá, Inglaterra, Francia... sólo para demostrar cómo pueden (según él, deben) hacerse las cosas.

Esa parte es una de las más graciosas. Incluso el sistema francés es hasta un poco exagerado en sus beneficios (gente que te lava la ropa, te cuidan a los niños, te dan vacaciones de todo tipo...). Pero lo mejor es ver la reacción de la gente. Hay casi un espíritu de satisfacción y cierto humor al sentirse que están mejor cubiertos que la gente de la nación más poderosa del mundo.

En el final está toda la parte de Guantánamo y Cuba. Hay un momento shockeante, en el que una mujer que trabajó rescatando cuerpos de las torres gemelas, puede adquirir en La Habana unos medicamentos que en EEUU cuestan U$S 120 a 5 centavos. La reacción de la mujer, entre alegría e indignación, es una clara muestra de la humanidad que Moore intenta retratar.

Como nadie, Michael Moore busca provocar. Así como Al Gore ayudó a instalar el tema del calentamiento global en la agenda mundial, él trajo el tema de la salud al frente en la nueva campaña en el norte, y todo parece indicar que los Demócratas van a enarbolar algunas banderas que habían quedado guardadas.

¿Por qué no? La prensa tiene el derecho de tomar partido, buscar la acción y los cambios, más cuando lo hace abiertamente, y no se refugia en falsas premisas de imparcialidad.

Una muy interesante, entretenida e iluminadora película.


[***1/2 / *****]

Comentarios

Entradas populares