Crítica: El Código DaVinci










Nada como un buen libro


Por allá por fines de 2003 (creo) me enteré que el director Ron Howard quería adaptar un libro llamado “The Da Vinci Code” a una película. La descripción decía, básicamente, que se trataba de un misterio oculto en pinturas de Leonardo. La verdad es que me sentí muy intrigado y anoté el nombre. En los siguientes días, gracias a Kazaa, encontré el libro para bajar por Internet en inglés.

Era fines de diciembre, y en pocos días me iba para Piriápolis. Lo que pasó fue que entré en una carrera frenética contra el tiempo. Desde la primera página no lo pude soltar. Es un libro absolutamente atrapante, increíblemente entretenido e interesante.

En enero o febrero, llegó a Uruguay traducido, y a la primera oportunidad que tuve, compré un ejemplar y se lo regalé a una amiga. Lo leyó el novio, lo leyó la madre, amigas de la madre y ella también. A todos nos pasó lo mismo.

A mi madre se lo regalé en abril, y también le encantó. No es algo que pase todos los días.

Y claro, la película tenía que salir, y en mayo de este año se estrenó.

La última cena. Nótese la ausencia de copas.

A mí me resultan un poco odiosas las comparaciones entre libros y películas, porque las últimas corren en desventaja. El libro puede ser extensísimo, la película no, por lo que muchas cosas deben quedar afuera, se puede perder mucho.

Pero en este caso tengo que hacerlo. Allí donde el libro no lo dejaba a uno respirar, revelación tras revelación, la película parece tirar datos como si no tuvieran peso, como si no fueran tan relevantes. Esto además de omitir cantidad de otros datos.

Se perdió el placer del descubrimiento. Queda sí el estilo de thriller, que mantiene el suspenso en algunos momentos, pero en otros cae.

El casting es muy dudoso. Tom Hanks no es el hombre para hacer de Robert Langdon, no tiene el peso necesario para serlo. Audrey Tautou no tiene el carisma para ser Sophie. Sólo al final de la película, casi que en la última escena, demuestra algo de simpatía. Ian McKellen es el único que entra en la categoría de “muy bueno”.

La música y la fotografía son quizás los puntos fuertes de la película, que en guión es pobre, y en recursos visuales no resulta particularmente ingeniosa.

¿Es disfrutable? Lo es. Pero ni cerca de lo disfrutable del libro.

Mejor suerte para Ángeles y Demonios.


[** / *****]

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